Carta del señor Enrique

Hola cara te escribo porque me quedaron tantas cosas que decirte, tantos besos por darte, cada vez que recuerdo esa despedida en la camioneta, esa última noche, un revuelo de emociones burbujean en mi pecho. 

No sabes lo que me costó quedarme aferrado al volante y no secuestrarte, no hacerte mi rehén y llevarte a casa.

Te cuento que cuando mi mente me lleva a esas imágenes, lo dos sudando entre mis sabanas, nuestros cuerpos tantas veces enredados, mis manos recorriéndote, aferrándose como garras a tu piel,  me estremezco hasta la angustia por tenerte

tan lejos...

 Nuestras almas se conocieron, se reclamaron, se fusionaron, fuimos prisioneros de la luna que presenció cómo reinventamos esta locura. Mis párpados caen y me voy a ese momento en concreto, la última noche en mi cama, cuando quedó revoloteando en mi boca un, dime que esta noche no te iras, jura que me darás la oportunidad de hacer interminable el día, dime que sientes como yo, que todavía nos quedan muchas cosas por hablar. 

Déjame que cure tus heridas, siente como yo, que podemos llegar donde queramos llegar, no tengas miedo, lloraremos hasta reír y volveremos a burlar a la tristeza, mi entrega es total, eres mía, solo mía y espero que no nunca lo olvides.

Pero todo eso ya pasó, entendí que tuvieras que subir a tu avión, que vuelvas a tus miedos, a la persona que desvalora tu alma…que no ve la nobleza que tus ojos delatan, que no cree en la inocencia de tu amor…

Pero es en vano darle vueltas al asunto, solo me quedan los gratos recuerdos, tengo tantos que no se por cual empezar, si por el loco primer amanecer en el cuarto de servicio o cuando no me resistí y mordí tu sonrisa en la laguna, que rico sabía...

Ese bello atardecer también me persigue, cuando montamos a caballo, mon amour vivimos cinco días embrujados, encendidos, fuimos indecentes y muy atrevidos, jugamos con malicia, y nos perdimos entre nuestras caricias.

Me levantan el animo los momentos sin medida que disfrutamos, la intensidad con la que nos devoramos la vida, hubiera dado cualquier cosa por detener el tiempo, porque no te dejarte partir.

Pero amor, con tus gritos y tu dulzura retumbando en mi cabeza encontraré la forma de estar otra vez contigo, para amarte hasta caer exhausto, para volver a enredarnos noche y día, que vuelvas a vencer tus miedos en mis brazos y sentir como tiemblas.

Hoy me planteo seriamente ¿para que ocultar tan bello sentimiento? Si tengo la plena seguridad que somos el uno para el otro, que nos une una hermosa necesidad.

Quiero volver a sentir la magia de dormir al borde de tu cuerpo, de que dibujes mis sueños, de volver a amarte hasta la saciedad si es que la hay. Vuelve, que eres la sed que el agua no apaga, la sal que el mar se robó, necesito que bebas de mi boca desesperada, atrapar otra vez tus labios que de una manera insolente y atrevida, solo me pidan mas. 

Necesito bañarte con mi sudor, casi puedo tocarte debajo de mi, clavándome tus ojos con la furia de tu mirada al llegar a lo mas alto de tu placer, y yo, insaciable con el veneno de tu pasión, prometiéndote que no veras nunca más la cara de la soledad.

Que desnudando esta pasión, toda tu ilusión perdida junto a mi renacerá, seré yo quien te lleve hasta la cima, el que te toque, el que te bese, el que te haga conocer lo maravillosa que eres. Sé, que en mis brazos solo amor encontrarás.

No se cómo lo haremos pero el corazón me lo pide a gritos, y sabes bien que nada me gustan mas que los retos, no tengas miedo, dame una oportunidad, nada me haría más feliz que sentir otra vez tu perfume sobre mi almohada, juntar nuestras piedras y nunca mas volver a separar.

En cuanto estemos frente a frente, te haré mía, solo mía y ahí tendrás la seguridad de que entre tu y yo, solo hay una química ideal. ¿No confías en mi?

Lo digo poco, me cuenta, pero te amo cara…te amo.